ENTREVISTA. Mons. Jesús Sanz Montes, Arzobispo de Oviedo: “Jamás hubo una cuestión que yo plantease, en donde no recibiera de D. Gabino un sabio, prudente y acertado consejo».

ENTREVISTA. Mons. Jesús Sanz Montes, Arzobispo de Oviedo: “Jamás hubo una cuestión que yo plantease, en donde no recibiera de D. Gabino un sabio, prudente y acertado consejo».

Publicado el 20 de junio de 2022
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¿Cuáles son sus primeros recuerdos de D. Gabino?
A D. Gabino lo conocí cuando yo era un seminarista de los últimos años, en mis primeros pasos como franciscano y también en los primeros como sacerdote. Conocí a un D. Gabino recién elegido presidente de la Conferencia Episcopal Española; un hombre que mirabas siempre muy hacia arriba porque su palabra, su testimonio, te llamaba la atención hasta conmoverte. Esa fue la primera noticia que yo recuerdo de D. Gabino.

Después le he conocido en la Conferencia Episcopal propiamente cuando me hacen arzobispo de Oviedo. Antes ya le veía por allí ya que trabajaba en el Departamento de Vida Consagrada, pero los obispos, a los que trabajábamos en áreas específicas como asesores, los veíamos con todo el respeto y admiración pero no había una relación personal. De tal manera que cuando yo era obispo de Jaca-Huesca, el ya estaba jubilado y no frecuentaba las Asambleas Plenarias en mis primeros seis años de obispo.

Cuando me nombran arzobispo de Oviedo esa Asamblea Plenaria, él sí estaba presente, a mi me nombran un sábado y el lunes es cuando empezaba la Asamblea Plenaria de noviembre y recuerdo que, a la entrada en el hemiciclo de la Conferencia, enseguida me di cuenta de que estaba D. Gabino. Me saludó con las manos; nos acercamos y nos dimos un abrazo, me dijo: “no tengas preocupación ni miedo y te esperamos en Asturias”, cosa que pude hacer a las pocas semanas de personarme aquí en Oviedo para charlar un ratito con él, “de hermano a hermano”, como él me decía; “de hermano a hermano tenemos que hablar de estas cosas”. Es una sensación muy hermosa el encontrarme con alguien que, siendo mucho más grande que tú, te abre sus brazos. Como yo suelo decir, al ser el mayor de ocho hermanos, D. Gabino es el hermano mayor que nunca tuve.

Una vez en Asturias, ¿cómo le acogió? ¿ Le daba consejos, le preguntaba dudas?
Muchas veces. Tanto en lo que fue mi primer acercamiento a la realidad de una diócesis grande como la nuestra; con la complejidad de un presbiterio numeroso, las muchísimas parroquias o el tema de la relación con las Administraciones locales o autonómicas. Tantas veces en D. Gabino tuve ese hermano mayor; él con mucha ternura y con mucha paciencia, pero también con todo el interés, me decía “yo te puedo compartir y transmitir lo que he aprendido en mis años para que haya una continuidad, de tal manera que tú me haces preguntas y yo te las respondo”, y nunca jamás hubo una cuestión que yo plantease en donde no recibiera de D. Gabino un sabio, prudente y acertado consejo.

¿Cuál es la herencia que cree ha dejado en la diócesis, en esos más de treinta años de D. Gabino como Arzobispo?
Cuando un obispo está todo ese período largo como ha estado D. Gabino aquí, en Asturias, lógicamente tuvo la oportunidad de ver pasar las generaciones en todo los ámbitos. Vio pasar Presidentes del Gobierno autonómico; vio pasar y sucederse distintos alcaldes; vio pasar sacerdotes que se encontó a su llegada, sacerdotes que en tantos años han ido ordenando, y eso supone en él un bagaje de experiencia y de sabiduría que es lo que mayormente te deja como regalo, es una verdadera herencia la que te transmite.

Si tuviera que emplear algún calificativo… Yo he visto siempre en D. Gabino un hombre de enorme prudencia, discreto por otra parte. No es una prudencia que después protagoniza, sino que es discreto en lo prudente y prudente en lo discreto, de una gran bondad y siempre con una visión, no solamente sabia, sino también sobrenatural, sin que esto se contradiga. Esa sabiduría que sabe transcender la anécdota para decir “La historia empezó antes y la historia nos va a suceder después”, y quien tiene una mirada así de fresca, así de limpia, así de prominente, se puede permitir dibujarte las cosas con colores que no son falseados ni trucados. De tal manera que esa herencia de un hombre prudente, de un hombre sabio, de un hombre discreto te ha permitido con su larga y dilatada experiencia asomarte en estos mis doce años de arzobispo a tantas realidades que son bien distintas a las que él se encontró en aquél ya lejano 1969; distinta porque el régimen político en España era otro, distinta porque la realidad eclesial también era diferente, distinta porque tantos aspectos sociológicos, económicos, culturales y también intraeclesiales no corresponden exactamente con lo que yo he tenido que abordar, afrontar y acompañar, pero siempre he tenido en él ese apoyo fraterno de quien quiere que tú lo hagas bien y para ello te aporta y te comparte toda su larga y dilatada experiencia.

Como miembro de la Ejecutiva en la Conferencia Episcopal viaja con frecuencia a Madrid, y allí hay un cuadro muy visible de D. Gabino en el primer piso. ¿Qué recuerdo ha dejado en aquella casa, y en la Iglesia española, cuáles cree que fueron sus aportaciones?
Pues en todos estos últimos momentos cuando supimos de la enfermedad grave, grave no porque hubiera algún episodio especialmente ultimísimo si no porque solamente viendo la edad que tenía D. Gabino estábamos todos ciertos de que estábamos en el aterrizaje o en el despegue, depende para donde tiremos el mapa del cielo.

Gabino ha tenido en todo este período largo de Arzobispo de Oviedo la oportunidad de comunicarnos, no solo esos valores que acabo de dibujar con el perfil de bondad, discreción, sabiduría y prudencia, si no que también ha tenido una actuación que ha dejado una huella en la historia reciente de la Iglesia española. Me permito recordar que D. Gabino es elegido Presidente de la Conferencia Episcopal Española un 24 de febrero, era al día siguiente del 23-F, es decir en ese momento convulso para el país, él tiene que aceptar la designación de sus hermanos para liderar la Iglesia en España como nuevo Presidente de la CEE con todo lo que tenía de tensión, de incertidumbre, de inseguridad aquél momento dramático, y ahí tenemos a un D. Gabino que aporta precisamente ese bagaje del que antes hemos dibujado. Fueron seis años de presidencia de la CEE, donde no solamente el momento traumático de un 23F si no que él, poco después, tiene que, por primera vez habérselas con un cambio de Gobierno importante donde los primeros momentos con la UCD es sucedida por el primer Gobierno del PSOE, y no fue sencillo el tener que dialogar temas como la Enseñanza en España, algunas leyes que ya estaban en ciernes en torno a la vida –me refiero al aborto–, en torno a la familia –con la Ley de Divorcio–, que se iban fraguando o se habían fraguado ya y D. Gabino estaba liderando toda una Conferencia episcopal en donde los obispos, en aquel momento los había de varias edades, que provenían de una inercia anterior todavía fuerte, y él suponía la continuación de la presidencia del cardenal Tarancón. Suponía una continuidad y también una novedad que estuvo a la altura de su momento como presidente.

Esto ha significado que dejó un peso de tranquilidad, de serenidad, de buen tacto y de buena relación a pesar de las tensiones que fueron inevitables. Eso en lo que es el conjunto de la Iglesia en España. Dentro de nuestra diócesis, él tuvo que abordar y afrontar los cambios de regímenes políticos, también los altibajos de presiones sociales, de huelgas muy numerosas y también de no bajar la guardia a la hora de reivindicar los derechos de los hombres y los derechos de Dios.

No podemos hacer caricatura de D. Gabino como si hubiera sido una persona, como a veces algunos dentro y fuera de la propia Iglesia, pero sobre todo fuera, lo quieren dibujar: como un hombre que rompe lanzas, pero nos lo dibujan de una manera que no corresponde a la realidad. Él siempre salió en defensa de los derechos de los hombres sin conculcar jamás los derechos que también tiene Dios y su Iglesia, y quien quiera, de una manera sectaria, subrayar o focalizar un aspecto de este abrazo que él hace al Señor, a su Iglesia y a la humanidad, estaría presentándonos un D. Gabino que no corresponde con el histórico, con el de la realidad.