Ha estado muy cerca de D. Gabino, nada menos que 17 años como Vicario General, además en los años 80 y 90 de muchos cambios sociales en Asturias. Cuáles fueron los principales retos a los que hubo que hacer frente?
Conocí a D. Gabino estudiando; ambos fuimos alumnos de la Universidad Pontificia de Comillas. Yo iniciaba los estudios para el sacerdocio y él ya los había finalizado, pero preparaba la tesis doctoral, pues era Doctor en Teología. Hizo la tesis con un hombre que fue en aquellos años un gran teólogo: el padre Joaquín Salaverri, y D. Gabino hizo precisamente la tesis doctoral sobre Eclesiología, sobre la Iglesia. Cantábamos juntos, yo era tiple, era voz blanca, y él barítono y cantábamos en la Schola que era realmente importante en España con el director José Ignacio Prieto, gijonés, que fue el gran renovador de la música religiosa a música más actual y moderna; fue un gran músico, posiblemente se le conoce poco y se le debería de conocer más. Fueron muchos músicos los que allí se formaron con él, que luego fueron Maestros de Capilla en las catedrales, discípulos suyos y esa renovación musical la extendieron por toda España.
Él llego aquí en unas circunstancias muy especiales, hay que recordarlo, Tarancón, que fue un gran hombre y fue el que inició la renovación conciliar en Asturias, tuvo dificultades. Ya empezaban a finales de los años 60 los problemas sociales por la reconversión industrial y había muchas huelgas, y un grupo importante de sacerdotes tenía una visión de la Iglesia muy social y naturalmente querían intervenir y quería significarse en esa reconstrucción industrial, y el cardenal Tarancón tuvo dificultades porque los sacerdotes escribían notas y hacían pronunciamientos –es el tiempo de las homilías que denunciaban el Gobierno de entonces–, y el cardenal Tarancón era un poco reticente, él quería sacar su voz pero no tenía, por así decirlo, mucho deseos de firmar las notas que escribían los sacerdotes, y eso fue lo que provocó de alguna manera el cambio, que fue sorprendente, en el año 1969.
En este año llega D. Gabino, precisamente en la fiesta de San Mateo hizo la entrada en la ciudad de Oviedo, y ya pronto tuvo que “mojars”, y fue un hombre lúcido, un hombre con una sensibilidad social. Él venía de los movimientos de Acción Católica –HOAC, JOC– que eran movimientos que estaban muy insertos en la realidad social de España y eran movimientos muy participativos y muy combativos en la situación de entonces, por lo que ya traía “escuela” a pesar de ser un obispo muy joven, uno de los más jóvenes de España, y supo captar la sensibilidad de la Iglesia de Asturias que tenía que participar en ese cambio y esa sería una de sus notas características.
Asturias, desde la Guerra Civil, ya desde la Revolución de Octubre, estaba muy dividida incluso entre los sacerdotes, no olvidemos que en aquél tiempo había como dos facciones, la famosa Hermandad Sacerdotal de Guerra Campos y después estaban los sacerdotes, por así decirlo, más comprometidos en la realidad social y también en el cambio socio-político, y D. Gabino supo captar ese momento y supo situar a la Iglesia allí donde la Iglesia debiera de estar.
¿Qué momentos sociales y religiosos destacaría por su importancia durante su episcopado?
Primero el momento social que trato de describir que además tuvo varios sacerdotes encarcelados, supo estar al lado de ellos y supo de alguna manera conducir a la Iglesia en esos momentos para que la Iglesia participase activamente y fuese también vínculo de unión en un momento tan difícil; segundo, yo diría que D. Gabino fue quien trajo el Papa a Asturias. Él era presidente de la CEE y en el primer viaje que hizo Juan Pablo II algunos le echaron en cara que siendo Arzobispo de Asturias y presidente de la CEE no lo trajese a Asturias, con la significación que tiene Covadonga, pero creo que es una de sus características, y es que supo perder en ese aspecto. Naturalmente todo el mundo quería que a su diócesis fuese el Papa y finalmente vino en el segundo viaje con motivo de un año jubilar a Santiago de Compostela. Realmente fue un momento muy importante porque además se preparó muy bien; tercero, fue un hombre conciliar, si D. Vicente Enrique y Tarancón inició los primeros pasos del Concilio Vaticano en Asturias, D. Gabino fue el que lo consolidó, primero porque participó en el Concilio, fue un hombre conciliar de cuerpo y alma, estuvo en la última etapa del Concilio y quedó muy impactado. Él mismo decía que el Concilio Vaticano II a él le convirtió también, supo captar una nueva sensibilidad de la Iglesia que fue la que alumbró en Concilio Vaticano II; cuarto, yo creo que fue un hombre de puente, tanto dentro del clero, que estaba dividido, como de Asturias. La Asturias “roja” por así decirlo y la Asturias más de derechas para hablar en término de aquél entonces que a lo mejor no son los válidos en el día de hoy. Supo ser un hombre de puente, fue un hombre conciliador, muy conciliador.
Al estar cerca de él también pudo ver de donde salía esa manera de hacer las cosas. ¿Cómo vivía él su fe, su espiritualidad?
Gabino fue modelo en el Seminario, fue un hombre muy inteligente y muy piadoso. Él fue discípulo de un jesuita que está camino de los altares, el padre Manuel Nieto, era el padre espiritual del seminario, con fama de santidad. El padre Nieto era de San Ignacio puro, de estos hombres austeros, de una gran vida de oración, casi místico, de un testimonio de austeridad y pobreza importante, de amor a los pobres –en Comillas se le conocía como el apóstol de los pobres–; y D. Gabino fue un discípulo suyo aventajado, le quería muchísimo. Era un hombre de una gran vivencia espiritual, por otra parte era un hombre humilde. Un hombre con muchas cualidades, por ejemplo para los idiomas y para la Teología, sacó brillantemente su doctorado en Teología, pero, es como el Papa actual, nunca presumió de su saber y de su formación. Fue un hombre muy participativo, de las cosas que tengo que agradecerle fue la confianza, D. Gabino cuando llamaba a alguien a colaborar con él tenía toda su confianza, y no lo hacía un súbdito, sino un colaborador y compartía con él todo. Aceptaba las sugerencias que le hacías, en el Consejo Episcopal era una maravilla, en los Consejos de Gobierno que teníamos todos los viernes quizá era el que menos hablaba y el que más escuchaba, y el que al final se sometía siempre si había que poner a votación aquello, el parecer de la mayoría era el que salía adelante, a pesar de que él tuviese un criterio distinto.
Él mismo sufrió en sus carnes el horror de la guerra al quedarse sin padre y madre –fueron asesinados en la Guerra Civil–, sin embargo destaca que nunca vivió con rencor, siempre buscó el diálogo, la paz… ¿Hablaba alguna vez de sus padres o de lo que supuso para él este suceso?
En privado lo contaba muchas veces –tenía ocho años entonces–. Recordaba cómo se llevaron a sus padres, cómo tuvo que vivir con su abuela y luego con sus tíos, pero fue un hombre de la reconciliación. Le marcó profundamente, nunca jamás le oí ninguna crítica acerva, ácida, y le echaban en cara muchas veces la comprensión que tenía, la actitud que mantenía de diálogo, de mano tendida, él fue un hombre de puentes siempre. Y creyó que había que reconstruir España de otra manera y trabajó mucho por ello, en concreto siendo presidente de la CEE, con D. Elías Llanes de Vicepresidente, una serie de los documentos que sacaron fue en el momento político de la Transición, yo pienso que jugaron un papel importante; esos documentos se olvidan pero marcaron un hito. Fue elegido después del golpe del 23F y eso también le marcó, supo ser un hombre con visión de futuro, con visión de una España nueva, que había que dejar atrás las equivocaciones de la Historia y abrir caminos nuevos, y en ese aspecto él siempre pensó en una Iglesia que tenía que tener una nueva forma. En los “ventitantos” años de jubilación que ha tenido, sé que le hubiese gustado participar más con los medios de comunicación. Todas estas nuevas técnicas de comunicación las manejaba de maravilla, tenía una habilidad enorme, y todo lo de Internet y las redes sociales las manejaba muy bien; y le hubiese gustado participar porque el creyó que después del Vaticano II, después de los 50 años, también el mundo había cambiado mucho y había que iniciar una nueva evangelización. De hecho, él escribió un libro que son una serie de notas, que son notas me parece a mi muy acertadas que se debieran de tener en cuenta. Tuvo visión de futuro.
Ya para terminar, ¿cuál diría que es el legado de D. Gabino para la Iglesia en Asturias y en España?
Pienso que fue un hombre que supo dos cosas, unir a los sacerdotes, formar un presbiterio donde se pueden tener criterios distintos, donde se pueden tener disparidades… pero donde nos tratamos todos como hermanos y lo mismo en la Iglesia y en la sociedad civil. Él no entendía que por diferencias de criterio tengamos que enfrentarnos, ser violentos, llevar a la práctica el descarte si no todo lo contrario; la verdad está repartida también y conviene que cada uno aunemos en el bien común. Él busco siempre por encima de todo el bien común; el bien común en la evangelización y el bien común en la sociedad. Pienso que dejó Asturias más unida, dejó una Asturias donde el criticó el proceso de reconstrucción industrial donde se desbarató toda la industria y él tiene homilías importantes a propósito de esto, y pienso que fue un hombre apreciado y valorado tanto por unos como por otros, posiblemente más por los de fuera que por los de dentro, pero en el presbiterio fue un obispo, muy, muy, muy querido.